miércoles, 24 de octubre de 2012

ABUELOS POSTIZOS, AFORTUNADA YO...



Abuelos postizos , afortunada yo...

Por Marisa E. Furno

Erase una cálida tarde de primavera, cuando mis hermanas y yo, como casi siempre, esperábamos con ansias salir del colegio, para ver que hacíamos el fin de semana.

Algunas veces, íbamos a la casa de alguna tía de esas que vivian lejos.

Para ir a Monte Grande, un pueblo no muy lejos de casa, había que tomar colectivo, y tren, lo que lo hacia mas excitante aun.  Me gustaba ir para allá, porque podía visitar al mismo tiempo a mis tres tías,  Leo, Rosa y Mabel. Todas vivian a unas cuadras de diferencia. Además estaban mis primos, más o menos de la misma edad que nosotras, que nos hacían reír mucho y hacían mas entretenida la tarde (además de tener unos amigos muy lindos!!).
Si se organizaba, podíamos comer asado en lo de mi tía Leo ( sin olvidarnos de las batatas o castañas a las brasas), y después las espectaculares pizzas a la parrilla en lo de mi tía Mabel.  
A veces si se hacía muy tarde, mi tío Genaro, un napolitano de pura cepa que le encantaban los ajíes p.p. (de la mala palabra, bah) y marido de mi tía Leo, nos podía acercar en su Mercedes Benz 1112/4 (ya que era camionero). Me mataba la palanca de cambio cubierta por una piel roja azulada, clásica de la época y la profesión, sin olvidarme de los escarpines o el rosario  que colgaba del espejo retrovisor. Nosotras nos tirábamos de cabeza en la cucheta. Era muy divertido!!

Otras veces, planeábamos ir a Capitán Sarmiento, donde vivía mi tía Pini, con quien pase los mejores veranos de mi vida, ayudando en el tambo, cosechando choclos, caminando por el campo sin fin, sola, con la esperanza de encontrarme con algún duende (personajes de los cuentos que mi tía me relataba). Aun hoy disfruto del recuerdo de los aromas inconfundible de las mañanas, apenas saliendo el sol, la mesa llena de tazones de café con leche, y toda la peonada dispuesta a desayunar esas galletas de campo con manteca casera que mi tía se encargaba de separar cuando le dejaban el tarro de leche, al igual que la crema y otras exquisiteces.
Durante unos de estos  veranos, vinieron al tambo mi mama con mis hermanas y como hacía calor, fuimos todos al tanque australiano ( el tanque que se llena con el agua que el molino extrae de las napas subterráneas). Pero había un problema, éramos tres nenas, y solo dos mallas. Así que mi mama decidió que una de las tres se metiera en el agua en ropa interior. Difícil situación, pero como mi hermana Patricia lloraba de vergüenza, yo me ofrecí valientemente, aunque debo reconocer que la experiencia no fue muy buena. Nunca salí del tanque  a pesar de la temperatura del agua  (congelada en pleno verano) y evite a toda costa cualquier tipo de contacto visual.
Ir al pueblo era una fiesta para mí. Solo íbamos una vez cada quince días, y había que ir en la camioneta, para poder cargar las cosas. Si nos olvidábamos de algo, había que esperar de nuevo el siguiente viaje.
Imborrables y felices  recuerdos de aquella época…

Pero este domingo no había ningún otro plan salvador, así que nos quedaban las visitas de cortesía que mi mama organizaba…

Yo me acuerdo específicamente  de dos señoras, madre e hija, que nos esperaban ansiosamente cada domingo. No recuerdo sus nombres pero el aspecto de una,  era como de bruja de cuento... Ojos saltones celestes, nariz alargada y arqueada en la punta, labios finitos siempre húmedos y creo que hasta le faltaban un par de dientes. Ni hablar del pelo que era un ceniza apagado (muy apagado) otrora rubio oro. 

Impresionante. Mi hermana Adriana le decía Mel Brooks, por el parecido con el actor comico...Sin palabras.
Obviamente ninguna quería ir, pero como mi mama siempre nos inculco hacer el bien, y estas señoras estaban  tan solas, nos terminábamos convenciendo del buen acto y accedíamos sumisas.

Cuando llegábamos a la casa, pasábamos de la brillante tarde de sol, a las penumbras del sombrío living de estas aterradoras abuelitas ( no recuerdo ninguno de sus nombres). Frio y húmedo, el living apenas iluminado con una lámpara, era el lugar de reunión.

Yo no sé mis hermanas, pero la sensación de encierro era realmente sofocante. Enseguida nos ofrecían un pedazo de bizcochuelo, que casi siempre seco y  con gusto rancio  muy educadamente  aceptábamos por cortesía. Después de unos minutos que mi mama se tomaba para ponerse al día de la salud y demás temas de conversación de la tercera edad, muy aburrido por cierto, pasábamos de lleno al tema en cuestión: Cantar

Mi mama inclinando la cabeza daba comienzo a nuestra misión. Y nosotras sin dudar afinábamos las voces, para entonar los cantos que en la Iglesia cada miércoles y domingo practicábamos:

“ Cuando otros nin%os se asustan, del trueno y la tempestad, yo de nada tengo miedo, porque he aprendido a orar"… Cantábamos las tres a dos voces, en un tono dulce y suave como solo los chicos pueden cantar. 

Y viendo los rostros de las dos abuelas, emocionándose hasta las lagrimas, llevándose las manos al pecho, y conteniendo la respiración, no hacían más que abrazarnos después de cada canción, para darnos todo ese amor que tenían contenido, y que solo nosotras, gracias a mi mama que insistía en visitarlas, éramos las afortunadas de disfrutar.

Nunca me voy a olvidar de la sensación de bienestar que nos invadía al salir de allí. Misión difícil si las hay, pero cuanto amor  no correspondido que hay en todos los abuelitos que están solos, algunos no tienen familia, algunos no tienen nietos y otros los tienen, pero son abandonados egoístamente!!

Disfruten a sus abuelos, y háganles compañía, escúchenlos, háblenles, se sorprenderían lo que ellos tienen para dar, más de lo que nosotros pensamos: años  de sabiduría, experiencias de vida, anécdotas, pero sobre  todo,  ese amor incondicional y sin vergüenza, que cuando uno es padre no se da cuenta que tiene que dar…

Con mucho amor para todos los abuelos y ancianos del mundo…en especial a mi abuela Maria, que ya no esta con nosotros y a la que recuerdo todos los dias!!!

Desde California
Marisa a Secas

4 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Si, es cierto Mari pobre los Abuelitos que estan solos... Igual que feo era cuando ibas a una de esas casas y te convidaban con algo para comer y para no quedar mal, te lo tenias que comer jaja, y ensima que ya te habia impresionado el lugar terrible jajaja!!./...Beso bSoy CECI!

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  3. Siii, pobres. Ahora los chicos ni siquiera saludan, menos menos a un abuelo!! jajaja Bue, salvo raras excepciones...

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  4. A pesar de mis años, recuerdo que paseaba a mis tres niñas en cada hogar que reinaba la soledad con el sólo propósito de brindar alegría pues no costaba nada! Si las personas se contentaban por la visita, yo me deleitaba. Para mí era un gran orgullo ser la mamá de esas pequeñas princesas que te elevaban con varios himnos gratamente afinados! Ellas crecieron pero yo sigo visitando a las abuelas y si no canto , les leo, y si no da para leer...llevo cartas y jugamos al chinchón!! Dar alegría es una satisfacción!!!

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