jueves, 18 de octubre de 2012

Dia de la madre, siempre una excusa para mimar a mama...


1999. Tres generaciones de mamas: Mi abuela maria, mi mama Eva y yo, con Fiamma en brazos, en su bautismo

Día de la madre, siempre una excusa para mimar a mama…
Por Marisa E Furno

Cada año, mis hermanas y yo, nos reuníamos para planear el regalo del día de la madre, que en Argentina se festeja el 3er. domingo de octubre.

Como cada una ya tenía su propio trabajo, estudio contable para mi, zapatería para Adriana, mi hermana mayor, y peluquería para Patricia, mi hermana menor, era de esperarse que no hubiese ningún inconveniente en comprar un regalo.
Pues nada que ver, ya que ese tipo de trabajos son aun hoy  más para aprender que para ganar dinero.  Teníamos entre 15 y 18 años, por lo que nuestras finanzas eran de papel.

Durante la reunión, sabíamos con certeza que era lo que debíamos regalarle, de eso no había ninguna duda: El ultimo casete de JAIRO! A mi mama le encantaba, y justo había salido su último trabajo.  Era “el regalo”.

Pero también estuvimos todas de acuerdo, en que no teníamos ni un peso, y había que conseguir el dinero urgente  para el próximo domingo, o había que cambiar de plan, siempre podrían ser  bienvenidas unas flores del jardín , una carta firmada por las tres, o en su defecto nuestra hermosa compañía!!

Preocupada por la situación, y teniendo la ventaja de trabajar cerca de Capital,  para ser más precisa de la calle Libertad, una calle donde cuadra tras cuadra, se advierten todas las tiendas de compra venta de oro, joyerías, relojerías, etc. (quien conoce Buenos Aires, sabe cuál es), no hacía otra cosa que caminar dentro de la multitud, mirando para abajo (quizá para no tropezar con alguna baldosa floja).

En eso veo algo que brilla, al lado del cordón de la calle. Incrédula, lo levante, mirando para los lados, a ver si alguien me observaba. Obviamente era tanta gente la que caminaba por ahí todo el día que era imposible que alguien me viese.

Rápidamente lo miro como si se me hubiese caído a mí  y confirmo que lo que brillaba y llamo mi atención era un aro tipo español, de esos gruesos y pesados, de oro amarillo. Me lo meto en el bolsillo y casi sin poder respirar de la emoción, busco un negocio donde venderlo.

Pensaba que era rica. Ahora íbamos a poder comprarle el regalo a mama, el que quisiéramos! La felicidad me duro poco, cuando el empleado mira el aro, y lo sumerge en un liquido, para constatar la calidad del oro, me dice que es 14 kilates...
Me da 10 pesos, el equivalente a lo que valía el cassette de Jairo!!

Sentimientos encontrados, por un lado la impotencia de no poder hacer nada con respecto a la estafa del comerciante, que viendo claramente la situación ( que tenia 17 anos, que me había encontrado el aro y que necesitaba el dinero) se aprovechaba de ella. Y  por otro lado la alegría de contar con el dinero para finalmente comprarle el regalo a mi mama.

Sin dudarlo acepte la oferta y me fui directamente a la disquería a comprar el cassette. Cuando les conté a mis hermanas, no podían creer la suerte que tuve. Final feliz.

Pero esa no fue la única vez que encontré algo justo cuando más lo necesitaba. Era el cumpleaños de mi mama, y la misma situación se repetía. Pero esta vez no tuve que venderlo…era un reloj pulsera, plateado, de dama, pequeño, con la cadena de seguridad rota (motivo por el cual estaba en el piso, imagino yo) Lo loco es que nadie lo haya visto antes que yo, pero ese fue el regalo en esa ocasión.

Y la ultima, pero esta fue al revés. Ya habiéndonos reunido con mis hermanas habíamos decidido comprarle unos bombones en Lyon D’or, una confitería de primer nivel que esta ( esta todavía??) en la Avenida Corrientes. Salí corriendo del estudio contable y fui a comprar los bombones. Me pase como media hora eligiéndolos, calidad y variedad es su prioridad. Me decidí por una caja preciosa, roja con mono de terciopelo bordo.

Tomo el colectivo de vuelta para casa, donde me esperaban mis hermanas junto con mi mama para festejar juntas su cumpleaños. Cuando bajo del colectivo y entro a la casa, mis hermanas me miran como diciéndome: Y el regalo? Y ahí me quería morir, lo había dejado en el ultimo asiento del colectivo, y me había olvidado por completo de el!!

Mis hermanas mucho no me creyeron, porque esta vez sí habíamos juntado el dinero con anterioridad, así que confiaron en mi honestidad, pero la que si perdió fue mi mama, que esa vez  se quedo sin regalo!

Agradeciendo y citando la famosa frase de Luisita Albinoni, en su tan recordado personaje en la peluquería de Don Mateo ( Jorge Porcel) “Yo miro para abajo para no mirar a los hombres a los ojos…” A mí me dio resultado… dos veces!!!

Esto es para que vean que a veces uno como hijo tiene la intención  pero por esos caprichos del destino, no lo puede concretar.  Así que recibamos con alegría lo que sea que nuestros hijos nos ofrezcan porque seguramente ellos se habrán reunido para pensar en ello y quiza no tengan dinero,  o quizá lo hayan comprado y se lo olvidaron en el asiento trasero de un colectivo.

Con mucho amor para mi mama y para todas las mamas del mundo… Feliz día!!!!
Desde California, Marisa a secas




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