domingo, 14 de abril de 2013

Zapatos rotos

Zapatos rotos...

By Marisa E Furno

De joven siempre gaste mucho dinero en diferentes cosas, las que algunas veces, ya en casa, consideraba eran absolutamente innecesarias. Pero no sé porque razón, cada vez que tenía alguna reunión especial, no tenía suficientes medias de nylon, ni zapatos apropiados ( tampoco tiempo para ir a comprarlos).

Tenía yo unos 20 anos, y unos 40 kilos menos, cuando estaba de novia con Alejandro, my futuro marido. El trabajaba en una compañía petrolera en el microcentro de Buenos Aires, y yo al otro lado de la Capital, San Cristóbal, una compañía de cristales para autos de conocida trayectoria.

Como la compañía donde trabajaba Alejandro hacia un coctel a las 7 de la tarde en el Jockey Club, y quedaba más cerca de su trabajo que del mío, combinamos que yo pasaría por el e iríamos juntos.

La cosa es que esa mañana, después de bañarme, recordé el coctel, y elegí mi ropa, pero la combinación era con zapatos negros, y yo solo tenía un par... y estaban agujereados! al igual que las medias negras, que estaban bastante corridas en la punta de los dedos.

Como no tenía más tiempo que ese, me puse las medias, doblando la punta de ellas abajo del pie, cosa que no se viera la corrida. Y me calce los zapatos, que mientras los tuviera en el piso, nadie se daría cuenta que los dos estaban agujereados.

Termina mi día de trabajo, y corriendo como casi siempre, salgo a tomar el colectivo, que combinado con otro colectivo, me dejaría cerca de la oficina de Alejandro.

Tanta mala suerte tuve en el trayecto y desafiando al servicio meteorológico, empezó a llover.

Entre tanta corrida, no me había percatado de cuanto esto me iba a afectar, hasta que note, que la entonces media corrida y oculta debajo de mi pie, se empezó a salir de su lugar y empapada por arriba por la lluvia, y por debajo por el agua que entraba por el agujero del zapato, se transformo en un agua oscura, que se movía al compas de mi caminar, creciendo y creciendo hasta cubrir todo el empeine.

Cuando finalmente llego a la oficina de mi novio, voy al baño y me arreglo la bendita media, pero los zapatos quedaron igual, irremediablemente mojados, hinchados, desteñidos.

El estaba ocupado, por lo que vino Victoria, mi archienemiga potencial intento de novia de Alejandro, que trabajaba con él en la misma compañía, y que además era linda, inteligente,  tenia familia acaudalada y vivía en zona Norte.

Alejandro siempre me hablaba de ella, Vicky para él.
Vicky usa esta marca de ropa, Vicky va a este restaurant, Vicky quiere que vayamos a bailar los tres (¿?) Vicky dice esto, Vicky dice lo otro. Pasados los años hasta intento nombrar en su honor, a nuestras hembras en la familia:  perra, gata, hija… 

Obviamente siempre me opuse, y por supuesto él lo acepto.

Cuando la vi, no tenía un espejo enfrente, pero imagino mi cara. Lo único que me faltaba era que ella me viera a mi - vistosa, cuasi inteligente, de familia pobre y de zona Sur-  en este estado deplorable.

Pero la vida tiene esas cosas, cuando uno más necesita desaparecer, es cuando más expuesto queda.

Se acerco y me miro haciéndose la simpática, me dijo que esperara a Alejandro ahí, que no tardaba en llegar, y se fue. Al rato volvió, se sentó enfrente mío, y no sé qué cosas me pregunto, como intentando una conversación. Yo estaba en blanco, no recuerdo ni una palabra de esa charla, solo pensaba en mis zapatos. 

Me sentía tan miserable comparada con ella que lo tenía todo, hasta medias y zapatos impecables.

Solo me quedo en el recuerdo un comentario de ella, que a pesar de haber cumplido las bodas de plata, siguen intactos en mis memorias:

Marisa, que lindos zapatos que tenes!!

Sin palabras. 

A pesar de que ya lo supere,  nunca me olvide. Después de ese encuentro, Alejandro y yo nos casamos y nunca más supimos de ella ( o por lo menos eso creí!!)

Esto me deja en claro una cosa ( y a Vicky tambien!), no creas que el agujero no está si no se ve!!!

Reportando desde California
Marisa a secas.

lunes, 8 de abril de 2013

Terror en el desierto de Lancaster

Terror en el desierto de Lancaster

by Marisa E Furno


Mientras esperaba que empiece el partido de soccer de Fiamma, en Lancaster, decidi ir a explorar los alrededores junto a Giuly.
Cruzamos la calle y ya era todo desierto. El viento soplaba bastante fuerte, tanto que ya no se veia muy bien a corta distancia, debido a la arena que levantaba.

Una vez del lado del desierto, Giuly y yo agarramos un palo cada una, y con eso ibamos tanteando los innumerables agujeritos que habia en la arena, por si aparecia alguna vibora (a las que les tengo terror!!) 
Seguimos asi unos diez minutos y le digo a Giuly, que me saque una foto al lado de un Joshua tree, que son es mi  cactus favorito, junto al otro clasico de las peliculas (el que parece un hombre saludando)

Le doy el celular, y veo a mi costado derecho, recien estacionada una Van color violeta, que nunca escuche llegar, ni se de donde o por donde vino.
Sorprendida todavia veo bajar a un hombre con un sombrero, y desde esa distancia ( unos 20 metros) e inclinando la cabeza me dice: : Hi...
Mis alarmas internas se encendieron y ya ni se que le decia a Giuly, ya estaba pensando en todas las peliculas que vi, jeje
Miro la distancia hacia las canchas de futbol, donde estaba mi marido, 200 metros.
Bue, digo para mi misma, no pasa nada.
Miro de nuevo a la Ford Econoline, y el hombre se habia subido de nuevo pero ahora bajo una mujer, de unos 50 anios, muy, muy de pelicula de terror, rubia canosa, muy arrugada, flaca, alta.
Se me acerca como a 10 metros y algo me pregunto. No le entendi. Le digo: Excuse me?
Se acerca otros 5 metros y me vuelve a preguntar. Pero debido al viento no le entiendo nada. "I didn't hear you", le digo.
Se acerca 3 metros mas, y me vuelve a preguntar. Esta vez la escuche. Me pregunto que andaba haciendo por ahi.
Sin reaccion alguna, como anestesiada, le conteste que estaba esperando que empiece el partido de mi hija, en las canchas de futbol de enfrente (actually, ya no se divisaban desde ahi).
Entonces, me pregunta si no quiero un perrito.
Otra vez, una rafaga de peliculas de terror flasharon por mi cabeza.
Le explique que ya tenia una perra y un gato.
Pero no se porque le pregunte que clase de perritos tenia.
Me dijo que tenia como 20 perritos de diferentes razas, sharpei, golden retriever, etc, etc, que los tenia en la Van, si los queria ver.
Cuando me dijo asi, ya no podia esperar mas pistas. 
El cuadro perfecto para tantas peliculas que vi, y me canse de ver.
Me di vuelta sin sacarme la bendita foto al lado de mi arbol favorito, y sin prisa ni pausa, me volvi para las canchas, apretando la mano de Giuly tan fuerte, que la pobre no entendia nada.
Ni me anime a mirar para atras...
No se si la mujer se volvio a la Van, o si se bajo el hombre tambien.
Si corrieron en mi direccion con cloroformo en un panuelo, o con un cuchillo, o una sierra electrica.
Tampoco queria correr el riesgo de confirmar mis sospechas, derechito, derechito, nos fuimos arrimando hasta la calle, desde donde ya no se veia ninguna VAn, ni nada dentro de ese mini desierto.
Una vez seguras, en el cesped de las canchas nacionales de soccer de Lancaster, me sente al lado de mi marido, y mientras le contaba, no podia creer que eso me habia pasado hacia unos minutos nada mas y a 200 metros de distancia.
Lo bueno de todo esto, es que me vino barbaro para explicarle a Giuly, otra vez, de la importancia de no hablar con desconocidos, ni aun siendo una mujer , de no acercarse a ningun auto, de no alejarse de nosotros, de siempre decirnos donde esta y de estar alerta y no dejarse enganiar aunque la convenzan de ver algo que ella le encantaria ver.

En fin, podria haber tenido otro final, pero gracias a Dios, no era nuestro dia!

Eduquen a sus hijos, nietos, sobrinos,  para que ninguno se encuentre en una situacion similar, o si les pasa que esten alertas y sepan como reaccionar...

Reportando desde California
Marisa a secas...

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